«No, papá, en lo que respecta a la fuerza masculina estoy bien» — confesó Juan José, revelando su anhelo por Irene en medio del caos familiar.

El amor puede renacer en los lugares más inesperados.
Historias

No nos va bien la vida en pareja con Laura, no nos queremos, nos apresuramos. No funciona nada entre nosotros. No, papá, en lo que respecta a la fuerza masculina estoy bien. Pero ella no me quiere. Y yo tampoco la quiero, aunque sea muy buena persona. No puedo sacarme a Irene de la cabeza. Me veo con ella, papá, nos queremos. Resulta que no quiere casarse con nadie más, que me ha estado esperando todo este tiempo… No pudo olvidarme, y yo tampoco a ella. Con ella todo iría bien si no fuera por mi matrimonio. ¿Qué hago, papá? Somos tres personas infelices. Laura tampoco tiene la culpa; hicimos caso a Gemma Díaz. Nos apresuramos.

— Pero si lo hizo con buena intención —la defendió Nicolás Castro.

Pero el corazón de Nicolás Castro se agitó; aún sin saber cómo ni qué pasaría exactamente, sintió un alivio en el alma. Entendió que el desenlace de todo aquello estaba cerca.

— Así que es ahí adonde va mi hijo por las noches… con Irene. Y Laura… qué entereza la suya, callando y sin quejarse. Por eso sentía yo esa confusión por dentro… el corazón lo nota todo. Ay… ¿o será cosa mía? ¿Cosas de la edad?

Pero a la noche siguiente Juan José Marín volvió a salir de casa con una excusa respetuosa. El pequeño David ya se había acostado a dormir. Laura salió de su habitación después de apagarle siempre la luz cuando se duerme.

— Laura, tengo que hablar contigo seriamente —le dijo tomándola de la mano—. Lo sé todo y no deberías ocultar más que tu marido está viendo a otra mujer. Entiendo que te cueste admitirlo, pero así es la vida… Es amor… y el amor no pide permiso; puede hacer cualquier cosa con una persona… Vamos a resolver esto de una vez por todas… Hablé con Juan José: él ama a Irene… Nos precipitamos al casarlos… Pero hay otra cosa… Quizás no me creas, pero yo te quiero… hace tiempo lo oculto… No quería interponerme entre vosotros dos… Pero ya que las cosas han llegado hasta aquí…

Laura no le dejó terminar —le tapó los labios suavemente con su mano y susurró:

— Yo también te quiero… también tenía miedo de mostrarlo…

De qué hablaron en voz baja durante esas dos horas largas solo ellos lo saben… pero ¿acaso los secretos duran para siempre?

Al día siguiente todo quedó resuelto: Juan José Marín y Laura se divorciaron rápidamente; él se casó con Irene Navarro y Nicolás Castro se casó con Laura.

Al poco tiempo nacieron hijas en ambas familias.

Padre e hijo se visitan mutuamente con sus familias; todo les va bien.

Solo Gemma Díaz sigue pensando:

— ¿Cómo pude equivocarme así? Tenía que haber propuesto desde el principio a Laura para Nicolás Castro… Me estoy haciendo mayor… Pero el amor es una fuerza poderosa: pone cada cosa en su lugar… ¡Y qué bien lo han hecho Nicolás Castro y Laura! A su hija le pusieron Gemma…

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